lunes, 20 de octubre de 2014

Seguimiento del Sínodo sobre la familia (XII)

     El 18 de octubre la sesión del Sínodo empezó con la Hora de Tercia y su homilía a cargo del arzobispo de Saigón que se apoyó en textos como Rm 1,16 y 1 Cor 1,24, por lo que el sentido general de la homilía, ya se puede sospechar, no fue de proponer la rendición de la Iglesia ante el Mundo.
     Después los padres sinodales aprobaron un mensaje que empieza por agradecer el testimonio de las familias que siguen a Cristo. Siguen hablando de una larga serie de problemas de las familias y siempre dando una visión y soluciones acordes con la mejor tradición católica. Únicamente hay un par de líneas en que, sin seguir el desarrollo lógico del documento ni concordar con el estilo, se hace referencia al acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión (adultera, añado yo).
     Tras esto vino el documento final del Sínodo. Bastantes apartados alcanzaron votaciones próximas a la unanimidad, muchos superaron el 90% de votos favorables pero los hubo conflictivos, incluso uno que tuvo más del 40% de votos en contra (la dichosa comunión de los adúlteros). En concreto fueron tres los puntos que no alcanzaron los dos tercios de los votos necesarios para ser aprobados, pero parece ser que el Papa ha ordenado que esos puntos se publiquen igual que los aprobados. Me temo que este proceder causará confusión y facilitará a los medios hostiles a la Iglesia apoyarse en ellos para atacar la doctrina y la práctica tradicional.
     El documento final, Relatio Synodi, consta de 62 puntos y, como suele ocurrir, muchos son de relleno, circunstanciales, obviedades o enumeración de problemas reales; nada conflictivo. Por supuesto que hay muchos puntos buenos y con visiones positivas del matrimonio y la familia, no solamente con enumeración de problemas y desgracias, que merecen todo encomio.
     El punto 14 cosechó 18 votos en contra, quizás por temor a que el punto, que empieza muy bien hablando de la indisolubilidad del matrimonio, don de Dios, termina con referencias a la misericordia que podrían acabar deslizándose por la peligrosa pendiente que conduce al precipicio de la gradualidad de la ley.
     El punto 22 suscitó 22 votos en contra, que me parecen pocos pues este punto acaba reconociendo algunos elementos válidos fuera del matrimonio cristiano y no especifica si se trata de los matrimonios polígamos o los simples concubinatos. Que el matrimonio natural, el verdadero matrimonio que Dios estableció al principio, tiene elementos válidos donde quiera se encuentre es evidente, pero esas otras cosas que la Relatio no excluye...
     El punto 25 es conflictivo al entrar en los divorciados que se vuelven a casar o emprenden una convivencia, adulterio en ambos casos, y obtuve 39 votos contrarios. La Relatio omite cualquier noción de pecado, solamente que participan de la vida de la Iglesia de forma incompleta. Esto es decir muy poco, es engañoso pues parece como si el pecado de adulterio no fuese más grave que el descuidar un poco la oración o la práctica sacramental.
     El punto 27 habla del matrimonio civil entre hombre y mujer ¡menos mal que especifica esto! en términos enteramente favorables, como si no hubiese nada que objetar, y hasta puede ser ocasión de futuro matrimonio. Los 34 votos en que tuvo en contra este punto me parecen pocos. Cuando de algo, en este caso el matrimonio civil entre bautizados, solamente se dicen cosas buenas y ninguna mala lo que se está haciendo es aprobarlo.
     El punto 28, con sus 27 votos en contra, habla de que la Iglesia debe acompañar a los hijos más frágiles. Afirma que la mayor misericordia es decir la verdad con amor. Quizás los opositores a este punto opinan que no contiene suficiente dosis de verdad.
     El punto 35 tuvo 17 votos contrarios y por mí podría haber tenido muchos más pues es un pegote dentro del documento que no habla ni de matrimonio ni de familia y tiene cierto aire a “todo vale”. Dice así: “Al mismo tiempo, muchos padres sinodales han insistido en un enfoque más positivo de la riqueza de las diferentes experiencias religiosas, sin ocultar las dificultades. En estas diversas realidades religiosas y en la gran diversidad cultural que caracteriza a las naciones se deben apreciar las cosas positivas y a la luz de estas evaluar las limitaciones y deficiencias.”
     El punto 41 obtuvo 54 votos en contra, supongo que por volver a hablar del matrimonio civil y la convivencia sin matrimonio alguno como si únicamente tuviesen aspectos positivos y omitiendo cualquier idea de pecado o cosa que se le parezca. Y seguramente es este el motivo por el que el punto 42 tuvo 37 votos contrarios, sin olvidar que en este punto se llega a cierta justificación del concubinato por ser percibido el matrimonio como un lujo en algunos países. A este respecto debo señalar que mis padres se casaron siendo pobres en un país arruinado por una guerra civil; la percepción de lo necesario y lo lujoso parece cambiar con el tiempo.
     El punto 48 habla de los procesos de nulidad matrimonial y tuvo 35 votos en contra de padres sinodales que, presumiblemente, no se fían de que las propuestas de facilitar tales procesos no acaben en una forma hipócrita de introducción del divorcio. Yo también tengo grandes prevenciones. El punto 49 obtuvo 23 votos contrarios, supongo que por ser un desarrollo del anterior.
     El punto 50 me parece irreprochable pues se refiere a los divorciados que dan testimonio de la fidelidad matrimonial al no volverse a casar y a los que se anima a encontrar en la Eucaristía el alimento que les sostenga. Supongo que el obtener 8 votos en contra no se deben a la maldad del punto sino a que lo habrán visto como un primer peldaño para llegar a lo que interesa al bando de Kasper dos puntos después.
     En este camino hacia el conflicto el punto 51 obtuvo 19 votos en contra ya que da un paso más al tratar el caso de los divorciados vueltos a casar con una serie de precauciones tales respecto a no decirles nada que les moleste que no queda muy claro como se puede mantener el testimonio acerca de la indisolubilidad del matrimonio del que habla el mismo punto.
     Y llegamos al punto 52, el primero de los que no fue aprobado por no alcanzar los dos tercios favorables y, no obstante, se incluye por orden del Papa; el que peor votación obtuvo con 74 en contra. El punto habla de la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar, o sea, adúlteros, puedan recibir los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Despacha rápidamente a los diversos padres sinodales que quieren mantener la disciplina actual y dedica mucho más espacio a los partidarios de que puedan comulgar en ciertos casos, sin importarle demasiado al partido del cardenal Kasper, al menos no da explicaciones, la incompatibilidad entre pecado mortal (adulterio en este caso) y comunión ni cómo un camino de penitencia bajo la responsabilidad del obispo puede mantener a los que están en situación objetiva de pecado en situaciones de ignorancia y alienación que anulen su responsabilidad por el pecado. ¡Tanta trabajo para el obispo y tan poco resultado para los adúlteros!
     Al punto 53 le ocurrió lo mismo que al 52, esta vez con 64 votos en contra. Trata sobre la comunión espiritual de los mismos adúlteros del punto anterior. Obviamente la comunión espiritual no tiene la dimensión pública de la sacramental, de que habla el punto anterior, y no da lugar al mismo escándalo.
     El punto 54 no hizo muy felices a los 29 padres que votaron en contra aunque lo único que hace es mencionar que hay problemas en matrimonios con ortodoxos y con personas de otras religiones.
     El punto 55 fue mejorado sustituyendo el concepto de “homosexual” por el de “persona con orientación homosexual” por eso de que la homosexualidad no forma parte ontológica de la persona, pero pese a ello este es el tercer y último punto que no alcanzó la aprobación al tener 62 votos en contra. Si muchos padres sinodales, procedentes de países en que se ha impuesto una dictadura gay en los medios de comunicación, las leyes o la enseñanza, no estuviesen abducidos por ese ambiente los votos contrarios serían muchos más pues el punto en cuestión no hace el menor reproche moral a las conductas homosexuales ni menciona la persecución que están sufriendo los que se oponen al dominio gay. Según el punto 55 los únicos que sufren o pueden sufrir problemas son los homosexuales a manos de los demás, jamás los demás a manos de los homosexuales, y eso pese a que el punto 56, con 21 votos en contra, habla de las presiones de organismos internacionales para establecer el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué pasa, que estas presiones no tienen nada que ver con el dominio gay que hay en bastantes países?
     Los seis últimos puntos fueron aprobados con pocos votos en contra. En ellos se menciona favorablemente la Humanae Vitae, pero se guarda estruendoso silencio sobre la anticoncepción y el aborto.
     Esta relación final es mucho menos mala que la posterior a las discusiones de la primera semana, pero sigue siendo muy insatisfactoria. Parece ser que en la Iglesia hubo época en que la mayoría de los obispos eran arrianos, creo que la aprobación de este documento indica que la mayoría de los actuales son algo que no deberían ser.
     Aprobada la Relatio las últimas actividades del Sínodo fueron un discurso de circunstancias del presidente delegado cardenal Raymundo Damasceno Assis y otro de clausura por parte del Papa en el que mencionó cinco tentaciones:
- El endurecimiento hostil de querer encerrarse en la letra y no dejarse sorprender por el espíritu. Entre los que padecen esta tentación están los tradicionalistas.
- El buenismo destructivo con su misericordia engañosa que trata los síntomas y no las causas. Entre los tentados de esta manera están los progresistas y liberales.
- Transformar la piedra en pan para romper el ayuno y el pan en piedra para tirarla contra los pecadores.
- Descender de la cruz para contentar a la gente y ceder al espíritu mundano.
- Descuidar el depósito de la fe considerándose sus propietarios en vez de sus custodios y descuidar la realidad con un lenguaje pomposo para no decir nada.
     Afirmó el Papa que muchos comentaristas han imaginada una Iglesia peleándose una parte con otra, dudando hasta del Espíritu Santo, promotor y garante de la unidad de la Iglesia. Yo ni he dudado ni dudo del Espíritu Santo, pero que hay división no es nada imaginario, no veo como pueden considerarse unidos los partidarios de la indisolubilidad del matrimonio y el respeto a la comunión con los que quieren aceptar segundos matrimonios y pretenden instrumentalizar la comunión para presuntas conveniencias pastorales.

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